Archivos para noviembre, 2010

Déjà vu: Transalpine-run 2009

Publicado: noviembre 25, 2010 en Transalpine Run


Lo sé, hace más de un año que Trail à Porter terminó esta carrera y no queremos daros la paliza. Este post es porque hemos conseguido el video que emitió Televisión Española en el canal TDP y como para nosotros es un bonito recuerdo, hemos querido compartirlo con vosotros. Si pincháis en la imagen de arriba, accedéis al video, eso sí, la primera vez la flechita de inicio aparece en rojo, si pincháis, sale publicidad… (es lo que tiene colgar un video en una página gratuita), tenéis que volver a la pagina inicial y veréis que el círculo con la flecha ya se ha puesto en verde, ahora sí, ahora si pincháis, podréis ver el video. son 35 minutos, así que no sólo os tiene que gustar, si no que además ¡¡tenéis que tener tiempo!! Pero si queréis ver la carrera desde nuestro punto de vista, siempre podéis ver nuestros vídeos personalizados etapa a etapa. (Gracias a Joserro y a Grey)

 

foto: diariovasco

…Cuando llueve uno se moja como en las demás. Suena el despertador, las 4:15 de la mañana, seguro que a estas horas alguno está saliendo de juerga… Con las legañas como pegatinas en las pestañas, emprendemos la marcha Julián, Gorriti, Javier, Óscar y un servidor. Me duermo y cuando despierto, estamos casi en el Boulevard. Montamos el campamento base en el parking, como tantos corredores más, junto al servicio, por si es menester. Después un poco lo de siempre, que si café, que si cambiarnos, que si vamos a por el tren… que si masaje y sauna en el vagón, es que la organización es un punto!… sardinas enlatadas hasta el autobús que nos llevará a la salida. Se pone a llover un poco, hace viento y frío, menuda racha llevó! Nos encontramos con mucha gente en el famoso campo de fútbol donde todos calientan, comen, beben o evacuan según la necesidad y no necesariamente en este orden. Allí aparecen entre otros Iñaki, Kirander, el famoso «Rocas el trota» y Emilio. La salida, para variar, la hacemos más fuerte de lo que al menos yo hubiera querido. Nos vamos Rocoso, Óscar y yo, pero sólo es hasta el kilómetro seis, allí les despido y me pongo a mi ritmo… algo que agradezco con entusiasmo, por fin dejaré de snifar el «Radiosalil» con el que Óscar se ha engominado hasta el pelo, todo con la excusa de reparar una dolencia en el psoas. En el 10 noto los efectos secundarios del café de Gorriti, seguro que adulterado, que eso de que ahora pite de ese modo no es gracias a un filete y los macarrones de Maite. Llueve mucho y hace viento, la camiseta helada se me pega a la piel… pero mira que soy imbécil, si yo no he nacido para correr en tirantes! Justo antes del Miracruz me adelanta Julián, y me quiero morir, no porque me adelante, si no por los pinchazos en el estómago que el café, como si hubiera cristalizado, me arremete sin piedad. Ataco Miracruz… pero de dónde ha salido toda esta gente???! En la bajada, justo el terreno más propicio, yo tengo que bajar el ritmo para no ir «dejando rastro» tipo Hansel&Gretel al resto de corredores. Ahora llueve más, «mecagoensusmuelas». Entro en meta despacio, después de 1h29’10» corriendo. Veo a Ósacar en la lejanía, tiembla como un polluelo recién nacido, le ofrezco mi camiseta, se hace el chulín y dice que no.. claro! con los tres litros de «Radiosalil» que lleva encima, quién tendría frío??? Nos cambiamos, «Colacao», y nos vamos al barrio viajo a… bueno, eso es otra historia, y no seré yo quien la desvele. Una vez más, preciosa carrera, de esas que hay que correr mil veces, incluso aunque haga sol.

Una de las peores cosas que te pueden suceder al correr un maratón, es quedarte sin fuelle en el km 25… y eso, exáctamente eso, es lo que me sucedió. ¡¡Pero qué me pensaba con los entrenamientos que había hecho!! Una vez más, lo mejor de todo fue la compañía, la alegría, las risas, las anécdotas y los momentos que vivimos juntos, sólo por eso mereció la pena el esfuerzo. Nunca me cansaré de repetirlo ¡gracias! Según Julián… «perugurú», había estado lloviendo desde las cinco de la mañana, y barruntaba frío, lluvia y viento. A las siete de la mañana nos vamos a desayunar con el pedazo roscón de reyes que habíamos comprado el día anterior por miedo a quedarnos sin nada que comer por la mañana, todo hay que decirlo, fuimos la envidia del resto de corredores que había en esos momentos desayunando. Llueve flojo, y a mi modesto entender, hace frío, aunque para Gorriti y Julian hace una temperatura cojonuda, yo debo ser más friolero por lo visto. Dan la salida y hasta el km 10 no entro en calor. Vamos por encima del tiempo previsto, vamos, lo normal en estas situaciones, que se dice una cosa pero luego se hace lo que a cada uno nos dieron a entender. Para mi ese ritmo es alto, y ya en el km 15 pienso en dejar a mis dos compañeros de aventura, pero pienso que quedan muchos km y que si los tengo que hacer solo, lo más lógico es que no termine, así que pienso en aguantar como sea hasta la media maratón con ellos. Pasamos la media en 1h37′ y pico y me planteo seguir con ellos hasta el km 25… lo consigo a duras penas, pero ya aquí, al pasar de vuelta el puente de Luis I, levanto el pie y me dejo ir lentamente. 17 km son lo suficientemente pocos como para pensar en hacerlos de una forma digna, pero lo suficientemente largos como para plantearse que llegados al km 35 el agotamiento y el dolor muscular podrán hacerte echar pie a tierra. Desde este momento calculo los km, intento ser frío y valorar todas las posibilidades que tengo de acabar y no morir en el intento; lo tengo chungo, pienso. Me reorganizo y me implanto un ritmo de 5′ el km y lo consigo hasta el km 30, desde ahí, baja considerablemente mi ritmo… me molesta una rodilla, el tendón de Aquiles, y varias cosas más que desprecio por insignificantes. Si mis cálculos son correctos, terminaré sobre 3h30′ / 3h40′. Los últimos 8 km son bajo un sol espectacular y un viento racheado que viene a dar la razón a Julian… «Perugurú». A pesar de eso y de los adoquines que ya se clavan como chinchetas, consigo plantarme en el km 40… eso siempre es sinónimo de que vas a terminar sea como sea, y así es; enfilo la última cuesta que me lleva al 41, luego al 42, giro a la izquierda y veo la meta, y vuelvo a sentirme corredor, a pensar en que esto no se me ha olvidado y que a pesar de haber sido uno de los maratones donde peor lo pasé, siempre mereció la pena correrlo. Paso la meta en 3h41’37» y ya no me duele nada salvo la rodilla y el Aquiles, daños colaterales. Recojo la medalla y me voy a por una cerveza, ¡qué coño, me la he ganado!

Futuro ¿imperfecto?

Publicado: noviembre 5, 2010 en carreras

No sé cómo llegué hasta aquí, y lo que es peor, no sé cómo será el regreso. De pronto me veo a dos días de correr un nuevo maratón, pero esta vez, aparte de la escasez de kilómetros, lo que me preocupa es la apatía con la que lo voy a encarar. Todo comenzó cuando terminó el Racing The Planet Australia, tal vez ese día comprendí la dimensión de lo que es correr, de lo que es sufrir, incluso de lo que es estabilidad mental… Lo volvería a correr, con los ojos cerrados, pero las consecuencias han sido cuando menos sorprendentes. Veamos, recuerdo el día que corrí mi primer maratón, la ilusión, los nervios, la angustia, la incertidumbre… es cierto que a medida que vas haciendo más maratones el nivel de todos esos elementos van bajando, pero nunca llegan a desaparecer, de tal manera que esa famosa frase de: «se le pierde el respeto a los kilómetros», no es del todo cierta. Es ahora cuando veo correr un maratón como algo cotidiano porque por muy mal que lo pueda pasar, nunca será más que en Australia… los kilómetros se me antojan como un entrenamiento y en resumen, es como si necesitara retos de otra índole donde el asfalto no sea el protagonista, donde se deje de lado el piloto automático, donde cuando mire a los lados contemple paisajes que me emocionen, donde los tiempos no formen parte de este sarao porque las emociones están por encima de ellos… Afronto esta carrera con escasos doscientos kilómetros (desde mayo). La semana pasada hice la estratosférica cantidad de diez kilómetros, y ésta la escalofriante de ocho, eso sí, he hecho una tirada larga de treinta y dos con Gorriti y los chicos, pero de eso hace un mes. Tengo que ponerme a pensar seriamente en algo que me motive, tal vez Himalaya, tal vez Jordán… pero por el momento otros problemas familiares me atan los pies y las manos, tendré que tener paciencia.